Hay detalles que parecen simples, pero llevan dentro una historia, una intención y un corazón dispuesto a entregar belleza. Así nació Zasmil, un proyecto que transforma flores,arreglos inspiradores y aromas en experiencias que hablan sin necesidad de palabras.
Para su creadora, ser detallista nunca fue un acto planeado, sino una forma de vivir. “Siempre he sido detallista. Disfruto preparar una tacita de café en una bandeja bonita, con flores y ese toque especial que hace sentir amado a quien lo recibe”, cuenta. Lo que comenzó como un gesto cotidiano, íntimo y lleno de cariño, tomó rumbo emprendedor durante la pandemia, cuando una vecina la motivó: ”¿Por qué no vendes eso?”. Su hija también la animó a dar el paso, y así, lo que era un hábito lleno de intención se convirtió en un proyecto con propósito.
Pero Zasmil no solo nació de una idea, sino también de un nombre cargado de historia. Muchos años antes, en la búsqueda del nombre perfecto para su hija, su padre ideó una combinación única: Zasmil. Aunque no fue el nombre elegido en ese momento, quedó guardado en el corazón, esperando su momento. Hoy renace, no como nombre de una persona, sino como la identidad de un sueño que florece.
Zasmil no es un arreglo floral, es un mensaje.
Un “te valoro”.
Un “te pienso”.
Un “me importas”.
Cada pieza se crea a mano, con amor y un propósito claro: que sea duradera, que huela bonito, que toque el alma de quien la recibe. No es rapidez ni producción en masa, es presencia. Es detalle. Es intención.
Porque Zasmil no entrega flores… entrega emociones.
