
Por: Wal Polanco
Santo Domingo, República Dominicana.- En la era de los clics rápidos y las pantallas omnipresentes, los niños, niñas y adolescentes dominicanos se han convertido en usuarios activos del mundo digital. A diario navegan entre clases virtuales, redes sociales, videojuegos y plataformas de entretenimiento. Sin embargo, lo que muchos padres ven como una herramienta de aprendizaje y socialización, esconde también uno de los mayores desafíos del presente: los peligros del grooming, el ciberacoso y la exposición a contenidos inapropiados.
Según cifras del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL), más del 80 % de los hogares con niños y adolescentes tienen acceso a internet. Este crecimiento ha abierto puertas al conocimiento, pero también ha dejado ventanas abiertas a riesgos invisibles.
“El internet no es malo, pero sin orientación puede convertirse en un arma peligrosa para los menores,” advierte Marisol Ramírez, psicóloga infantil y especialista en prevención de violencia digital. “Los depredadores están ahí, esperando la mínima oportunidad para actuar”.
El grooming es una de las prácticas más alarmantes. Se trata de un adulto que, mediante engaño, se gana la confianza de un menor con fines de explotación sexual. En muchos casos, el agresor simula ser un adolescente para iniciar una relación emocional con su víctima.
Valentina, nombre ficticio para proteger su identidad, tenía 14 años cuando comenzó a hablar con un “chico” por Instagram.
“Parecía de mi edad. Me decía cosas lindas, me enviaba memes, me preguntaba por mi día. Poco a poco, me empezó a pedir fotos. Me daba miedo, pero él decía que si no se las mandaba, ya no iba a hablar conmigo”, relata con voz entrecortada.
Fue su madre quien notó un cambio en su comportamiento y logró intervenir a tiempo. Denunciaron el caso a las autoridades, pero la experiencia dejó una huella profunda en la joven.
A diferencia del bullying escolar, el ciberacoso no se detiene al final del día. Acompaña a las víctimas a casa, entra en sus habitaciones y se infiltra en sus pensamientos.
Sofía, de 13 años, fue víctima de un grupo de compañeros que crearon un perfil falso para burlarse de su apariencia.
“Me llamaban fea, se reían de mí por cómo me vestía. Todos compartían las publicaciones. Llegué a pensar en no volver al colegio nunca más”, confiesa.
El ciberacoso, según estudios de UNICEF, afecta a 1 de cada 3 adolescentes en América Latina. En muchos casos, las víctimas no denuncian por miedo o vergüenza, lo que agrava el daño emocional.
Otro de los riesgos más frecuentes es la exposición a contenidos inapropiados, como violencia extrema, pornografía o retos virales peligrosos. A menudo, estos llegan a través de redes sociales, YouTube o incluso aplicaciones educativas mal filtradas.
“Los niños están viendo cosas que sus cerebros aún no están preparados para procesar,” explica la psicóloga Marisol Ramírez. “Esto puede generar ansiedad, insomnio, comportamientos agresivos o distorsión de su visión de la sexualidad”.
¿Quién protege a los niños en la red?
En República Dominicana, el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) es el ente responsable de velar por los derechos de los menores. A través de campañas, programas educativos y acompañamiento legal, buscan enfrentar esta problemática creciente. Sin embargo, los expertos coinciden en que se necesita más.
Rafael Rodríguez, abogado especializado en derecho de familia, afirma:
“No basta con leyes. Se necesita una cultura de prevención y educación digital. Los padres deben involucrarse más, y el Estado debe invertir en tecnología que proteja, no solo que conecte.”
El país cuenta con la Ley 136-03 del Código para el Sistema de Protección de los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes, pero su aplicación en entornos digitales aún es limitada frente al crecimiento de las amenazas.
Expertos recomiendan a padres y tutores:
- Hablar abiertamente con sus hijos sobre lo que hacen en internet.
- Instalar controles parentales y establecer horarios de uso.
- Supervisar las redes sociales y juegos en línea.
- Enseñar a los niños a no compartir información personal ni imágenes.
- Reportar cualquier intento de contacto sospechoso o acoso.
También se exhorta a las escuelas a incorporar educación digital y emocional en su currículo, para que los niños aprendan desde pequeños a protegerse y a respetar a los demás en línea.
En una sociedad que avanza hacia la hiperconectividad, defender los derechos de la infancia implica garantizar su seguridad en el entorno digital. El internet no puede seguir siendo un terreno sin ley para los menores.
“Si no actuamos hoy, mañana será tarde,” concluye Wal Polanco. “Los derechos de los niños deben extenderse a donde ellos están: y hoy, están en internet.”