
Mientras crecen los casos de ansiedad, depresión y crisis emocionales entre adolescentes y adultos jóvenes, República Dominicana sigue sin priorizar la salud mental como política nacional.
Por CRN Noticias RD
SANTO DOMINGO. – En los últimos años, la salud mental de la juventud dominicana ha empezado a ocupar espacio en los titulares, pero no por buenas razones. Desde crisis de pánico hasta intentos autodestructivos, pasando por explosiones emocionales en redes sociales, cada vez más jóvenes expresan su malestar en un país que no siempre está listo para escuchar ni contener.
Expertos coinciden: estamos ante una generación más conectada, pero también más sola, atrapada entre la presión de un ideal de éxito y la falta de recursos emocionales para afrontar la realidad.
Las exigencias académicas, las expectativas familiares, la necesidad de “triunfar” en redes, las comparaciones constantes, el desempleo y la inseguridad… todo se suma. A eso se le agrega la falta de espacios seguros para expresarse y un sistema educativo que rara vez promueve la inteligencia emocional.
“A veces siento que si me quiebro, nadie sabría cómo sostenerme”, comenta Paola, de 19 años, estudiante de comunicación. Como ella, muchos jóvenes callan por miedo, por vergüenza o simplemente porque nadie los toma en serio.
En República Dominicana, hablar de salud mental todavía incomoda. Para muchos, ir al psicólogo es sinónimo de locura. Las emociones se reprimen. Los trastornos se camuflan. Y el sufrimiento emocional se normaliza o se ridiculiza.
Los psicólogos escolares escasean, las consultas privadas son costosas, y el sistema público no da abasto. En muchas provincias, ni siquiera hay una unidad básica de atención emocional.
Redes sociales: diario íntimo o grito de auxilio
Plataformas como TikTok, X (Twitter) o Instagram se han convertido en refugio para muchos jóvenes que no encuentran apoyo en sus entornos físicos. Allí narran sus crisis, exponen sus vulnerabilidades o simplemente se desconectan de una realidad que no los entiende.
Sin embargo, estas plataformas también pueden intensificar los sentimientos de insuficiencia, alimentar la comparación y exponer a los jóvenes a juicios despiadados
Si bien se han dado pasos, como campañas de concienciación y algunas acciones en escuelas y universidades, lo cierto es que República Dominicana necesita un enfoque estructural, con más inversión, formación de personal especializado, educación emocional desde la niñez y un cambio cultural profundo.
La juventud no está perdida. Está pidiendo ayuda a gritos. Y muchas veces, la solución no es compleja: es saber escuchar, validar, acompañar.
No se trata solo de evitar tragedias, sino de apostar por una generación emocionalmente sana, capaz de construir un país con más empatía y humanidad.
Porque cuidar la salud mental no es moda. Es responsabilidad colectiva.
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