
🌍 Madrid, España. – La revolución de la inteligencia artificial (IA) está transformando industrias a una velocidad sin precedentes, generando entusiasmo, incertidumbre y profundas interrogantes sobre el futuro del trabajo en todos los rincones del planeta.
Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), más del 60% de los empleos a nivel mundial podrían verse afectados por la automatización impulsada por la IA en los próximos 10 años. Mientras que en las economías desarrolladas muchas tareas serán automatizadas, en países en desarrollo —como República Dominicana y otras naciones latinoamericanas— se anticipa una transformación más gradual, pero igualmente significativa.
Europa y Estados Unidos ya viven una reestructuración laboral en sectores como banca, salud, manufactura y logística, donde sistemas inteligentes asumen tareas repetitivas y analíticas. En países como Alemania, empresas industriales están adoptando robots colaborativos, mientras que en Silicon Valley, los programadores comparten espacio con modelos generativos que crean código por sí solos.
No obstante, el fenómeno no se limita a reemplazos. También surgen nuevas profesiones ligadas a la tecnología, la gestión de datos, la ciberseguridad y la ética digital. Expertos en IA, analistas de datos, entrenadores de algoritmos y diseñadores de experiencia en inteligencia artificial son ahora perfiles altamente demandados.
En América Latina, el reto es doble: adaptarse a la automatización mientras se combate la brecha tecnológica y se capacita a una fuerza laboral en constante evolución. Organismos como la ONU y el Banco Mundial instan a los gobiernos a invertir en educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), con enfoque humano y ético.
La dominicana Ana Patricia Tejada, ingeniera en sistemas y consultora internacional en automatización, advierte que “el mayor peligro no es la IA en sí, sino no estar preparados para convivir con ella. Los países que apuesten por la capacitación técnica y la regulación ética marcarán la diferencia”.
A pesar de los desafíos, líderes mundiales coinciden en que el impacto de la IA dependerá de cómo se administre. La tecnología no es el enemigo: es una herramienta poderosa que puede mejorar vidas, reducir desigualdades y abrir caminos hacia el desarrollo sostenible… si se utiliza con inteligencia.