
Por Walddy Lina Polanco
CRN Noticias RD
República Dominicana se vende al mundo como un paraíso tropical, lleno de playas de ensueño, cultura vibrante y gente hospitalaria. Pero basta con alejarse del aeropuerto o del resort para encontrarse con una realidad que empaña esa promesa: avenidas principales completamente a oscuras, convertidas en un riesgo tanto para locales como para turistas.
Calles sin iluminación no solo representan un fallo en la infraestructura urbana, sino una amenaza directa a la seguridad vial y ciudadana. En zonas como la autopista Las Américas, la avenida 27 de Febrero, la John F. Kennedy o la avenida España, la falta de alumbrado ha sido denunciada durante años sin soluciones sostenibles. Para quienes nos visitan por primera vez, el impacto es inmediato: desorientación, sensación de inseguridad y una experiencia que contradice la imagen de modernidad que tanto se quiere proyectar.
¿Qué mensaje le estamos enviando al visitante cuando ni nuestras principales vías están iluminadas?
Uno muy claro: que la seguridad no es prioridad. Que la planificación urbana está ausente. Y lo peor, que su experiencia en el país puede estar marcada por el miedo en lugar de por el disfrute.
La oscuridad en las avenidas también se presta para actos delictivos: asaltos, accidentes y situaciones que podrían evitarse con algo tan básico como luminarias funcionales. No se trata solo de estética, se trata de responsabilidad. Si aspiramos a ser un destino turístico competitivo a nivel internacional, debemos cuidar los detalles… y las luces son uno de ellos.
La inversión en iluminación pública no es un gasto, es una estrategia de seguridad, turismo y desarrollo.
Un turista que se siente seguro, repite. Uno que se siente desprotegido, comparte su mala experiencia y desalienta a otros. En una era donde la reputación de los destinos se construye en redes sociales y portales de viaje, cada descuido puede costarnos caro.
Este no es un reclamo superficial. Es un llamado urgente a las autoridades locales y nacionales para que prioricen lo elemental: iluminación, mantenimiento y planificación urbana coherente. Porque ningún país puede brillar en el mundo si sus calles permanecen en penumbras.